lunes, 25 de marzo de 2013

“Uno para todos y todos para el negocio”


        Mi querido hijo Florín:
¡Acabas de nacer! ¡Qué gran alegría nos has dado a todos! 
Cuando te tuve por primera vez en mis brazos te dije al oído estas palabras que quiero inmortalizar por escrito para que nunca las olvides: “¡Hijo mío! ¡Tenemos un gran plan para ti! ¡Jamás tendrás que buscar empleo porque trabajarás en el negocio familiar! ¡Qué gran oportunidad para ti y qué felices seremos trabajando juntos en nuestro negocio! Te queremos y no olvides que el lema de nuestra familia es: uno para todos y todos para el negocio”.

Quien así se expresaba era Florín padre, el fundador de Supermercados Florín. Su orgullosa esposa doña Susana, a quien vemos en el parque, participaba del espíritu de su marido. Todos los días iba a trabajar duramente al negocio y era
en sus pocos ratos de asueto cuando iba al parque a pasear a su hijo y charlar con las amigas. ¡Qué le gustaba asombrarlas con la listeza y aplicación de su adorado vástago!

Florín hijo trabajó en el negocio desde que pudo ponerse en pié haciendo de todo. Surtía estanterías, atendía a los clientes en la charcutería o limpiaba pisos. Todo lo sabía hacer. El trabajo que más le gustaba era el de cajero. Ver entrar el dinero en casa era ciertamente motivador. A los diecisiete años conocía todo sobre supermercados pero poco de lo que trataron de enseñarle en el cole. “Total” - decía su padre - “si yo con las cuatro reglas he creado una cadena de tres supermercados, él con lo que ya ha aprendido tiene más que suficiente. Aquí sólo necesitamos: trabajo, trabajo y trabajo”. Los dos Florines y doña Susana así lo creían. Eran uno para todos y todos para el negocio.

Pero llegaron los hipermercados, las tiendas de descuento y muchos más supermercados y todo comenzó a cambiar. “¿Qué hacemos?” - se decían - “¿Trabajar más?”

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Esta es vista con humor la “empresa de trabajo familiar”. Es aquella en que la familia es para el negocio y éste para la familia. Siguen un guión como el visto u otros parecidos en los que, por ejemplo, Florín hijo obtiene un título universitario o hay tíos, tías o hermanos trabajando en el negocio. Explico este tipo de empresa familiar y hago alguna advertencia sobre ellas en mi libro El Protocolo Familiar ¿Sí o No?. Cito textualmente: 

La empresa de trabajo familiar. Es muy propia de empresas pequeñas. La familia es para la empresa y la empresa es para la familia. Es muy común en estos negocios que los hijos e hijas hayan trabajado en él desde siempre. La empresa es el sostén básico de la familia y todo el mundo tiene que aportar a ella. Se espera, además, que los jóvenes se incorporen a trabajar en ella, pudiendo desempeñar cualquier tipo de trabajo: chófer, contable o jefe comercial. Es muy común que haya una gran confusión entre familia y empresa, por ello, al desarrollar su protocolo deben poner un poco de orden, por ejemplo, aclarando que los trabajos se ocupan en función de las capacidades de cada cual y que para incorporarse hay que cumplir con unas condiciones mínimas.”

Es muy importante preguntarse qué tipo de empresa familiar somos y qué tipo deseamos ser (ver los cinco tipos en el capítulo 2, “Principios fundamentales” de mi libro El Protocolo Familiar ¿Sí o No?, cuyo pdf puede ser descargado en www.leflaempresafamiliar.com). Sobre esta base y sobre la de otros principios fundamentales se construye el protocolo de una familia empresaria.

Rafael Rodríguez Díaz

Nota.- Sobre los diferentes tipos de empresa familiar ver: Gallo, Miguel Á., (2008), Ideas básicas para dirigir la empresa familiar, Eunsa, Pamplona.

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