miércoles, 13 de marzo de 2013

La “Rueda de las 8 dimensiones del protocolo familiar”


Como hemos visto un protocolo familiar tiene 8 dimensiones y ninguna de ellas es la determinante. Todas han de ser cuidadas durante su elaboración, implementación e incorporación a la vida diaria de la familia empresaria. Veamos como podemos utilizar de forma práctica estas dimensiones.

La “Rueda de las 8 dimensiones del protocolo familiar” tiene 8 radios, correspondiéndose cada uno de ellos con una dimensión de las vistas en las partes I y II de los posts Las 8 dimensiones de un protocolo familiar (ver figura anexa). Se usa del siguiente modo: cada miembro de la familia debe responder a la cuestión: “¿en qué nivel nos encontramos en cuanto a esta dimensión?”, puntuando cada uno de los radios, en una escala en que 0 es el mínimo y 10 el máximo; luego procedemos a unir las valoraciones dadas a cada dimensión. De este modo obtenemos
una figura que nos manifiesta la situación en que se encuentra el protocolo para ese familiar. Promediando las puntuaciones de todos sus miembros obtenemos la impresión general de la familia.

La figura adjunta nos presenta una situación en que la familia da un nivel medio en las dimensiones “patrimonial”, “empresarial” y de “psicología-clima familiar”, y bajo en todas las demás. Esta situación es fácil encontrarla antes de elaborar  un protocolo familiar.



Rueda de las 8 dimensiones del protocolo familiar
Mientras avanza su formulación la puntuación en cada dimensión debe ir elevándose. Así, el “documento escrito” debe avanzar y también la capacidad de “comunicación”. Al terminarse el protocolo casi todas las dimensiones debieran haberse elevado y tener una puntuación de siete al menos, aunque esto no siempre se consigue. 

Una vez implementado e incorporado a la vida familiar y empresarial, repetir este ejercicio nos alerta sobre las dimensiones que decaen o se deben mejorar. Si consideramos que la “educación-profesionalización” ha dado un paso atrás y los acuerdos que tomamos sobre formación no los estamos cumpliendo, podemos retomar la cuestión y concentrarnos en avanzar en esa dimensión a lo largo de los próximos meses. También podemos descubrir que el “documento escrito”, al haber cambiado las circunstancias, ya no responde adecuadamente a las necesidades de la familia y hay que actualizarlo.

Cuando las puntuaciones dadas por los familiares difieren significativamente tenemos una señal clara de disparidades de percepción que deben ser trabajadas. Si los mayores consideran que el nivel de “comunicación” es alto y los jóvenes bajo, se sabe que algo está pasando. Hay que tratar de comprender lo que ocurre y encontrar modos de avanzar. 

Las 8 dimensiones de un protocolo familiar son una guía clara antes, durante y posteriormente al desarrollo del mismo. También nos aclaran porqué los protocolos basados en una única dimensión, por ejemplo: la legal o la empresarial, generan problemas durante su elaboración, hasta el punto de que muchos no se llegan a terminar o, completados, no se incorporan a la vida familiar, quedando convertidos en costosos e inútiles, cuando no perjudiciales, instrumentos que se supone deberían ayudar a que haya una saludable y duradera convivencia entre familia y empresa.


Rafael Rodríguez Díaz

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