viernes, 1 de marzo de 2013

Las 8 dimensiones de un protocolo familiar (parte II)



Un protocolo familiar tiene 8 dimensiones y ninguna de ellas es la determinante. Todas han de ser cuidadas durante su elaboración, implementación e incorporación a la vida diaria de la familia empresaria. 

En la pasada entrega vimos las cuatro primeras. Veamos a continuación las cuatro dimensiones restantes:

  • Implementación-Incorporación a la vida: el protocolo no termina el día de su firma. Es algo que debe implementarse y mantenerse vivo. Los protocolos bellamente elaborados que descansan olvidados en una estantería son documentos de poco valor. 
  • Comunicación: una familia empresaria con una baja capacidad para comunicarse tendrá importantes problemas a la corta o la larga. Durante el desarrollo del protocolo la familia debe elevar su capacidad para hablar de asuntos delicados, comprender el punto de vista de los otros y alcanzar acuerdos. Se establecen, además, órganos familiares como la Asamblea Familiar o el Consejo de Familia que estructuran y potencian la comunicación familiar.
  • Educación-Profesionalización: un protocolo es un gran proceso educativo. La familia va comprendiendo muchas cosas esenciales que la van profesionalizando. Se aprende gestión de negocios, legalidad de sociedades mercantiles, cuáles son los valores familiares, qué se pide a un propietario responsable o el papel de los diferentes órganos de gobierno y cómo actuar en ellos. Se produce, ademas, mejora en los niveles profesionales del negocio incorporando herramientas de gestión como la elaboración de planes estratégicos y financieros o sistemas de evaluación del trabajo. 
  • Psicología-Clima familiar: el nivel de confianza, unidad y compromiso de la familia debe crecer durante la elaboración del protocolo. Las dificultades familiares que puedan existir antes de su formulación, nunca problemas o disfunciones importantes que desaconsejan desarrollar un protocolo, y otras que van surgiendo encuentran solución. 

Vigilar las dimensiones del protocolo, antes, durante y posteriormente a la elaboración del mismo nos sirve para evaluar cómo vamos y dónde debemos tratar de avanzar. Si, por ejemplo, encontramos que el nivel de confianza se deteriora, el prestar atención a la dimensión “psicología-clima familiar” nos hace ver que algo estamos haciendo mal y que debemos corregir el rumbo. 

En la próxima entrega veremos cómo todo esto se puede hacer operativo utilizando la “Rueda de las 8 dimensiones del protocolo familiar”.


Rafael Rodríguez Díaz


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