lunes, 18 de febrero de 2013

¿Es el protocolo familiar la panacea?



La respuesta es “no”. Sin embargo, la mayoría de las familias empresarias piensan o actúan como si la contestación a esta pregunta fuera afirmativa. Cuando un empresario o empresaria familiar solicita mis servicios profesionales es común escuchar una variante de la siguiente frase: “tenemos problemas luego necesitamos un protocolo familiar”.

El protocolo familiar es una herramienta y, por ello, adecuado
para unas tareas y completamente inapropiado para otras.

A nadie se le ocurriría atornillar con un martillo. Sólo conseguiríamos destrozar el tornillo y, en el mejor de los casos, un mal agarre a la pared. Cuando tratamos de resolver dificultades y conflictos importantes con un protocolo cometemos un error parecido porque esta herramienta no es apropiada para ello. Con problemas de poca entidad “sí” es posible elaborarlo. De hecho, durante su preparación van surgiendo dificultades que se van afrontando, pero nunca bajo un fondo de problemas serios.

Como plantea el creador de esta herramienta de gestión, Miguel Angel Gallo: “el protocolo familiar es el instrumento adecuado para desarrollar una paz ya existente”. Por tanto, si tenemos un problema importante tenemos que aplicarnos a solucionarlo y si para ello necesitamos ayuda externa debemos buscarla. Una vez resuelto se hará lo que convenga: elaborar el protocolo a continuación o esperar dos o tres años para hacerlo. 

No existen panaceas en las empresas familiares. La convivencia de la familia la construyen sus miembros día a día. El protocolo es algo muy útil, pero sólo si se trata de la herramienta adecuada para ese momento de la vida familiar.


Rafael Rodríguez Díaz
www.leflaempresafamiliar.com



No hay comentarios:

Publicar un comentario